En agosto de 1944, un joven asesinó y arrojó al río Hudson al hombre que lo había acosado durante años, desencadenando el fenómeno conocido como generación Beat. Hoy, 66 años después, Anagrama lanza al mercado la versión en español de la novela que Jack Kerouac y William Burroughs escribieron en 1945 basándose en los hechos ocurridos en aquel verano iniciático. A continuación, el primer melodrama beat.
Por Pedro Casusol
Si no sabe quién escribió “En el camino”, si no sabe bajo los efectos de qué droga William Burroughs escribió aquel magnífico y a la vez incomprensible libro llamado “El almuerzo desnudo”, si no sabe qué le dijo Martín Adán a Allen Ginsberg cuando se lo encontró en el Cordano: pase la página, ignore este artículo, su lectura no le servirá y a lo mucho se sentirá ofuscado y confundido, por no decir escandalizado. Aquí se hablarán de personajes y de situaciones con las que usted no está familiarizado, de juegos mentales y de prácticas sexuales que lo sobrepasan.
“Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques”, publicado originalmente en inglés por Penguin Classics, ya era un libro de culto hace 40 años. Se trata nada más y nada menos que de la primera novela de Jack Kerouac y William Burroughs al mismo tiempo, una obra escrita a cuatro manos mucho antes de que se hicieran famosos, mucho antes de que el término beat fuera acuñado, mucho antes de que Kerouac emprendiera su viaje tirando dedo a lo largo y ancho de Estados Unidos y mucho antes de que Burroughs se volviera adicto a la heroína. Se trata de la novela que habla de la prehistoria de la generación Beat y del asesinato que los marcó para siempre como escritores.
Existe una cantidad suficiente de entrevistas, biografías, cartas y memorias como para que las personas en las que se basaron Jack Kerouac y William Burroughs para construir los personajes de esta novela sean perfectamente reconocibles. De hecho, la imagen de Lucien Carr apuñalando a David Kammerer, quien había sido su monitor cuando era boy scout para luego convertirse en su acosador personal, y arrojando luego el cadáver lleno de piedras al río Hudson, es una de las que Kerouac más ha recreado en sus novelas: aparece tanto en su primera novela publicada, “La ciudad y el campo”, como en la última, “La vanidad de los Duluoz”.
La historia detrás la novela va más o menos así: Lucien Carr fue el responsable de que la cúpula, es decir, los tres escritores más representativos de la generación Beat, Jack Kerouac, William Burroughs y Allen Ginsberg, tuvieran un primer encuentro. Bajo esta premisa, vale la pena mencionar que Carr era para ellos la reencarnación misma de Rimbaud, l´enfant terrible de su generación. Para 1944, este guapo jovenzuelo de 19 años ya se había convertido en la musa de Ginsberg y Kerouac, organizando fiestas aburridas en las que se comía su propio vaso de cerveza, arrancaba páginas de la Biblia o metía a Kerouac en un barril y lo lanzaba Broadway abajo.
A Burroughs, sin embargo, le caía mejor Kammerer, a quien había conocido hacía muchos años cuando ambos iban al mismo colegio en Saint Louis. Para entonces, la relación amical entre Kerouac, Burroughs y Ginsberg aún no estaba constituida y si se frecuentaban era alrededor de este pequeño Rimbaud, siempre seguido de cerca por su Verlaine personal. Y tal como lo describe Will Dennison, el personaje de Burroughs en la novela: “Cuando se juntan los dos siempre pasa algo”. Era verano de 1944 y la relación obsesiva entre Kammerer y Carr se había vuelto demasiado intensa, y así como Verlaine terminó disparando a Rimbaud, Carr terminó apuñalando a Kammerer.
Por este crimen, Burroughs y Kerouac fueron arrestados por la policía y obligados a pagar una fianza de 2,500 dólares, ya que fue a ellos a quienes acudió Lucien la mañana del 14 de agosto, luego de haber cometido el asesinato. “Anoche me deshice del viejo”, fue lo que le dijo a Kerouac. En el caso de Burroughs, su familia tenía dinero y así él pudo evitar la cárcel; Jack, en cambio, tuvo que casarse con su entonces novia, Edie Parker, para que la familia de ella aceptase pagar la fianza.
¿Pero de qué va este libro de culto que oscila entre la novela negra y el lamento existencialista? Para empezar, está escrito con mucha soltura, la historia engancha hasta el final y en ella podemos ver a un Burroughs que apenas se inyecta morfina una vez y a un Kerouac de 22 años que no está obsesionado ni con Neal Cassady ni con la carretera, si no más bien con el mar. Jack sirvió en la marina de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y escribió un libro aún inédito llamado “The sea is my brother”. Pues bien, durante esta novela Mike Ryko (Kerouac) quiere volver a alta mar y convence a Phillip Tourian (Carr) para que lo acompañe en su aventura, ya que éste segundo quiere escapar de Ramsay Allen (Kammerer), el treintañero que lo ama y lo sigue como un perro faldero, mientras todo esto es visto desde la cínica mirada de Will Dennison (Burroughs) quien se resigna a pagarles la juerga a sus amigos. Y en el entretiempo de todo esto, somos testigos de borracheras, peleas, momentos tanto de extrema lucidez como de locura, personajes sumergidos en los bajos fondos, tronchos y una obsesión homosexual que lo envuelve todo.
Es simbólico, además, y vale la pena subrayarlo, que los sucesos de la novela transcurran durante la Segunda Guerra Mundial, siendo los escritores de la generación Beat los exponentes más representativos de la literatura norteamericana de la segunda posguerra. Sobra decir que, en su momento, nadie quiso publicar la novela escrita por dos desconocidos sobre un crimen intrascendente. Lucien Carr salió en libertad tras pasar un par de años en la correccional de Elmira y les prohibió a sus amigos que le dedicaran libros o lo mencionaran en sus novelas, y es por eso que este texto pasó tanto tiempo “debajo de las tablas del suelo”, según palabras de Jack, hasta la muerte de Carr hace dos años. El resto es historia: Kerouac publicó “En el camino” y fue considerado el rey de los beatniks, Burroughs se volvió yonqui y escribió su obra maestra encerrado en un hotel en Tánger, Ginsberg escribió el “Aullido” bajo los efectos del peyote, y los beats se cocieron en sus tanques.